Publicado 08/04/2021 11:21

La domesticación de animales se remonta a 8.000 años en Asia Central

Representación de un artista de un pastor neolítico en el refugio rocoso de Obishir
Representación de un artista de un pastor neolítico en el refugio rocoso de Obishir - ETTORE MAZZA

   MADRID, 8 Abr. (EUROPA PRESS) -

   Las raíces de la domesticación de animales en Asia Central se remontan a 8.000 años, lo que convierte a la región en uno de núcleos pastoriles más antiguos del mundo habitados de forma continua.

   A lo largo de las cordilleras de Tian Shan y Alay, de Asia Central, las ovejas y otros animales domésticos constituyen el núcleo de la economía contemporánea. Aunque fue aquí donde los movimientos de sus antiguos predecesores ayudaron a dar forma a las grandes redes comerciales de la Ruta de la Seda, se pensaba que los animales domésticos habían llegado relativamente tarde a la región.

   La domesticación de las ovejas, las cabras y el ganado vacuno se produjo por primera vez en el Creciente Fértil de Mesopotamia y en las zonas montañosas cercanas del oeste de Asia hace aproximadamente 10.000 años, al mismo tiempo que la primera domesticación de cultivos vegetales como el trigo y la cebada.

   Esta innovación en la subsistencia humana, conocida como la Revolución Neolítica, se extendió hacia el norte hasta Europa y hacia el sur hasta África y la India, transformando las sociedades humanas en tres continentes. Pero hasta hace poco, parecía que esta espectacular expansión de las plantas y los animales domésticos no había llegado hacia el este, a las ricas zonas montañosas de Asia Central donde, a pesar de su enorme importancia en los últimos milenios de la Edad del Bronce y más allá, había pocas pruebas de una dispersión neolítica.

   Esto cambió cuando un equipo conjunto de científicos internacionales, dirigido por la doctora Svetlana Shnaider, del Instituto de Arqueología y Etnografía de Rusia (RAS-Siberia, Novosibirsk), y la doctora Aida Abdykanova, de la Universidad Americana de Asia Central (Kirguistán), decidieron volver a visitar el abrigo rocoso Obishir V, escondido en un precipicio de la montaña a lo largo de la frontera sur de Kirguistán con Uzbekistán. Publican resultados en Nature: Human Behaviour.

   El yacimiento, que fue descubierto y excavado por primera vez por arqueólogos soviéticos en el siglo XX, había proporcionado un inusual conjunto de herramientas de piedra, algunas de las cuales parecían haber sido utilizadas para procesar granos. Además, entre las capas de los estratos geológicos del yacimiento había restos fragmentados de lo que parecían ser ovejas y cabras.

   Para saber si podría tratarse de una prueba de un antiguo movimiento neolítico no documentado de animales domésticos hacia el interior de Asia Central, Shnaider y Abykanova se asociaron con el autor principal, el doctor William Taylor, especialista en el estudio de la domesticación de animales en el Museo de Historia Natural de la Universidad de Colorado-Boulder y el Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana, junto con un equipo de expertos internacionales de toda Europa y Estados Unidos.

   Tras datar por radiocarbono huesos y dientes del yacimiento, se comprobó que la capa cultural más antigua se remontaba al menos al año 6000 a.C., es decir, hace más de 8.000 años, tres milenios antes de lo que se creía que los animales domésticos habían llegado a Asia Central.

   Las quemaduras, las marcas de corte y otros cambios en los huesos de los animales indicaban que habían sido sacrificados, mientras que los patrones de estratificación estacional microscópica en el cemento dental de los animales indicaban que fueron sacrificados en otoño, como es habitual en muchas sociedades de pastores.

   Pero como los huesos estaban muy fragmentados, no se pudo identificar la especie mediante un análisis anatómico estándar. En su lugar, los investigadores aplicaron un enfoque interdisciplinar que utilizaba tanto la paleogenómica como las huellas dactilares de péptidos de colágeno para identificar los restos animales. Al comparar sus resultados con los genomas de especies de ovejas salvajes y domésticas de toda Eurasia, los investigadores hicieron un descubrimiento sorprendente.

   "Con cada nueva línea de pruebas, quedaba cada vez más claro que no se trataba de ovejas salvajes, sino de animales domésticos", afirma Taylor, citado por Eureka Alert.

   Para quienes han trabajado durante años para comprender la prehistoria de Asia Central, los resultados son sorprendentes. "Este descubrimiento no hace más que ilustrar cuántos misterios persisten en relación con la prehistoria de Asia interior, la encrucijada cultural del mundo antiguo", afirma el doctor Robert Spengler, del Instituto Max Planck, coautor del estudio.

   Serán necesarios trabajos futuros para comprender el impacto total de los hallazgos del estudio y sus implicaciones para el resto de la antigua Eurasia. Shnaider tiene previsto volver a Obishir el próximo verano para buscar pistas y determinar si otros animales domésticos, como el ganado, o plantas domésticas, como el trigo y la cebada, también se extendieron a Kirguistán desde Mesopotamia en el pasado profundo.

   Con un premio del Consejo Europeo de Investigación, la doctora Christina Warinner, de la Harvard/MPI-SHH, socia del proyecto y coautora del mismo, está encabezando un esfuerzo para investigar si estas primeras ovejas de Asia Central se extendieron a otros lugares de la región y si se utilizaron para producir lácteos o lana.

   "Este trabajo es sólo el principio --asegura Taylor--. Aplicando estas técnicas interdisciplinarias de la ciencia arqueológica, estamos empezando a desvelar las claves del pasado de Asia Central".

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