BOLIVIA, 10 Oct (EUROPA PRESS)
Un reciente estudio eleva considerablemente la preocupación por el elevado consumo de agua atribuido al funcionamiento de tecnologías de Inteligencia Artificial (IA) como ChatGPT-3, desarrollado por OpenAI. Investigadores revelaron que responder entre 10 a 50 preguntas mediante este chatbot requiere alrededor de dos litros de agua, cantidad que cuatriplica estimaciones previas.
El avance de la IA va de la mano con un incremento en la demanda de recursos energéticos, ya que los servidores en centros de datos necesitan procesar grandes volúmenes de información. La generación de calor en estos procesos lleva a una mayor necesidad de sistemas de refrigeración que, desafortunadamente, utilizan agua potable, la cual no es reutilizada, elevando así el impacto ambiental.
El Instituto de la Ingeniería de España (IIE) apuntó anteriormente que una consulta en ChatGPT consumía tres veces más energía que un buscador común como Google. Además, investigaciones complementarias resaltan el considerable volumen de agua requerido durante el entrenamiento de modelos como GPT-3 de OpenAI, siendo este un factor critico para el mantenimiento de los centros de datos, especialmente en regiones de clima cálido o áreas susceptibles a la sequía.
Recientes avances sostienen que la iteración GPT-4, lanzada en marzo de 2023, eleva aún más el consumo, al requerir 519ml de agua para producir un correo de cien palabras. Con esto en mente, los expertos urgieron a empresas de IA a buscar alternativas para reducir dichas cifras, sugiriendo la optimización de algoritmos y la reubicación de cargas de trabajo hacia áreas con mayor eficiencia hídrica.
Gigantes tecnológicos como Google, a través de DeepMind, y empresas como Digital Realty o Iceotope, ya están implementando soluciones innovadoras para reducir el impacto ambiental, ya sea por medio de IA para optimizar el uso de energía o empleando fuentes de agua no potable y sistemas de refrigeración avanzados que no dependen de este recurso.
Estas medidas son cruciales en un panorama donde Estados Unidos, como el mayor host mundial de estos centros de datos, enfrenta desafíos significativos en relación al consumo de agua, aspecto que se agrava al considerar los planes de expansión en este sector, capaces de demandar recursos equivalentes al suministro de centenas de miles de personas.