MADRID, 9 Oct. (EUROPA PRESS) -
Una estudiante de doctorado de Geología ha identificado una placa tectónica masiva y previamente desconocida que alguna vez tuvo un cuarto del tamaño del Océano Pacífico.
Su existencia había sido predicha por colegas de la Universidad de Utrecht hace más de 10 años basándose en fragmentos de antiguas placas tectónicas encontradas en las profundidades del manto terrestre.
La estudiante de doctorado Suzanna Van de Lagemaat reconstruyó placas perdidas mediante investigaciones de campo e investigaciones detalladas de los cinturones montañosos de Japón, Borneo, Filipinas, Nueva Guinea y Nueva Zelanda. Para su sorpresa, descubrió que los restos oceánicos en el norte de Borneo debían pertenecer a la placa de la que se sospechaba desde hacía mucho tiempo y que los científicos han llamado Pontus. Ahora ha reconstruido toda la placa en todo su esplendor, según los resultados publicados en la revista Gondwana Research.
Comprender los movimientos de las placas tectónicas que forman la rígida capa exterior de la Tierra es esencial para comprender la historia geológica del planeta. Los movimientos de estas placas influyeron fuertemente en cómo la paleogeografía y el clima del planeta han cambiado con el tiempo, e incluso dónde encontrar metales raros. Pero desde entonces grandes placas oceánicas del pasado geológico han desaparecido en el manto terrestre mediante subducción. Sólo han dejado fragmentos de roca escondidos en cinturones montañosos.
Van de Lagemaat estudió la región tectónica de placas más complicada del planeta: el área alrededor de Filipinas. "Filipinas se encuentra en una compleja unión de diferentes sistemas de placas. La región está formada casi en su totalidad por corteza oceánica, pero algunos trozos se elevan sobre el nivel del mar y muestran rocas de edades muy diferentes", dijo.
Las reliquias del Ponto no sólo se encuentran en el norte de Borneo, sino también en Palawan, una isla en el oeste de Filipinas, y en el Mar de China Meridional. La investigación de Van de Lagemaat también demostró que un único sistema tectónico de placas coherente se extendía desde el sur de Japón hasta Nueva Zelanda, y debe haber existido durante al menos 150 millones de años. Éste también es un nuevo descubrimiento en este campo.