Publicado 30/10/2023 09:42

Omeprazol, pantoprazol o rabeprazol, ¿son seguros los inhibidores de la bomba de protones?

Archivo - Hombre tomando un medicamento con un vaso de agua.
Archivo - Hombre tomando un medicamento con un vaso de agua. - ISTOCK - Archivo

   MADRID, 30 Oct. (EUROPA PRESS) -

   La Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD) ha publicado una actualización de su posicionamiento respecto al uso seguro de los inhibidores de la bomba de protones (IBP), ante la frecuente aparición de noticias en prensa sobre los posibles efectos adversos que los relacionan con mayor riesgo de infartos, osteoporosis o déficit de vitaminas y minerales.

   Los inhibidores de la bomba de protones representan una de las familias de fármacos más ampliamente utilizadas en el mundo ya que trabajan inhibiendo la enzima encargada de la producción del ácido gástrico en las glándulas de revestimiento del estómago. En este sentido, su uso está indicado para tratar afecciones como la enfermedad del reflujo gastroesofágico (ERGE), úlceras duodenales o aliviar las molestias asociadas a los síntomas de reflujo gástrico, entre otros.

   Según los datos del Ministerio de Sanidad representan el 6,51% del total de medicamentos consumidos y un gasto sanitario de más de 490 millones de euros, lo que supone un total de 71.528 millones de envases dispensados. Los más conocidos son el omeprazol, pantoprazol, lansoprazol, esomeprazol, y rabeprazol.

SON SEGUROS PERO HAY QUE SEGUIR LAS INDICACIONES

   La sociedad ha renovado su artículo de posicionamiento sobre el uso seguro de estos fármacos, publicado en 2016, elaborado por los doctores Carlos Martín de Argila de Prados, Julia López Cardona y Federico Argüelles-Arias.

   En este sentido, la SEPD destaca la seguridad de su toma a largo plazo incidiendo en la baja evidencia de efectos adversos, como demuestran los numerosos estudios realizados al respecto. "Cuando los IBP se prescriben en las indicaciones de uso establecidas, sus beneficios superan con creces a los posibles efectos adversos", explica el Agustín Albillos, presidente de la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD).

   "Por el contrario, cuando la prescripción es inapropiada, no hay beneficio alguno esperable y se magnifica cualquier efecto adverso por leve que sea", añade el presidente.

   Entre los posibles efectos adversos identificados en este tipo de fármacos se encuentran infecciones, deficiencia de micronutrientes o el aumento de riesgo de fracturas, respecto a lo que el doctor Argüelles, como autor del documento de posicionamiento, declara que "no existe evidencia científica que sustente que los pacientes deban recibir probióticos, vitaminas u otros suplementos", así como tampoco, "evaluarse rutinariamente la densidad ósea o la concentración sérica de calcio o magnesio".

   El doctor Martín de Argila, como experto que ha colaborado en la elaboración del documento, asegura que la mejor estrategia para aminorar los potenciales efectos desfavorables del uso a largo plazo de los IBP es "evitar utilizarlos cuando no están indicados", así como "reducir su dosis al mínimo eficaz cuando su prescripción es correcta".

   Por tanto, el mejor aval para asegurar la correcta ingesta de estos siempre será seguir las indicaciones de uso establecidas, especialmente, en los pacientes que los toman a largo plazo.