Actualizado 22/10/2018 02:37

Julián Suárez, vicepresidente de CAF: "En 2025 más del 60% de la población mundial estará expuesta a estrés hídrico"

Julián Suárez, vicepresidente de Desarrollo Sostenible de CAF
CAF

   MADRID, 22 Oct. (Notimérica) -

   Con motivo de la IV edición de los "Diálogos del Agua América Latina- España", este año bajo el lema: "La innovación para la gestión eficiente del agua", el vicepresidente de Desarrollo Sostenible de CAF (Banco de Desarrollo de América Latina), Julián Suárez, concedió una entrevista a Notimérica en la que resaltó los principales desafíos en materia hídrica a los que se enfrentan ambas regiones, las claves para mejorar la eficiencia y la conservación del agua en América Latina y España o los nuevos proyectos que lleva a cabo el CAF en este área, entre otros temas.

   Cabe destacar que estos diálogos son organizados anualmente con el objetivo de promover el intercambio de conocimiento y experiencias entre ambos continentes en torno a asuntos de interés en el sector hídrico.

   PREGUNTA: En esta IV edición de los Diálogos del agua, la innovación se presenta como una herramienta esencial para la gestión eficiente del agua, ¿en qué ejes prioritarios de innovación se está trabajando para lograr este objetivo?

   RESPUESTA: Esta cuarta edición se centra en la innovación en los servicios de agua potable y saneamiento y en el riego para la agricultura, dos de los usos más sustanciales del agua. El primero responde a un derecho humano, y como tal existen metas definidas en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para alcanzar la universalidad de ambos servicios. En cuanto al segundo caso, el riego, representa más del 80% de las extracciones de agua, siendo así el principal usuario del recurso. Esto plantea el desafío de incorporar innovaciones a la gestión del recurso hídrico para mejorar la eficiencia y la conservación del agua, procurando soluciones más productivas, inclusivas y resilientes.

   P: ¿Cuáles son los obstáculos con los que se encuentran los países para implementar políticas públicas encaminadas a resolver la problemática del agua de manera sostenible?

   R: Un punto clave es asignar un valor adecuado al agua, consecuente con la multiplicidad de beneficios que proporciona. Se trata de un recurso escaso y sumamente valioso, que otorga ingentes réditos en favor de mejores estándares de salud, de una producción de alimentos

   más eficiente, de un desarrollo socio-productivo más competitivo y de la preservación de los ecosistemas, entre otros. Con una buena gestión del ciclo del agua podemos construir la estructura complementaria del desarrollo sostenible.

   En esta medida, es necesario aumentar las inversiones destinadas al sector del agua. Por ejemplo, se estima que a nivel mundial el subsector de agua potable y saneamiento requiere inversiones anuales de cerca de USD 114.000 millones para alcanzar la universalidad en agua potable y saneamiento. La inversión histórica de los últimos años ha estado muy por debajo de esta cifra. En América Latina, CAF estima que las inversiones requeridas son del 0,3% del PIB regional, lo que equivale a inversiones de alrededor de USD 16.000 millones por año. Con base a revisiones del gasto de algunos países, se estima que la región se ha ido acercando a esa cifra, pero aún no invierte lo suficiente.

   Adicionalmente, debemos gestionar mejor la infraestructura y recursos existentes. Un reciente estudio realizado por CAF sobre 26 ciudades latinoamericanas, llamado La dimensión urbana de la seguridad hídrica en América Latina, da cuenta de porcentuales de agua no contabilizada por encima del 40%, con picos superiores al 60%.

   En otros casos, los consumos per cápita están muy por encima de lo que se considera una demanda eficiente, lo cual conduce a la necesidad de redoblar esfuerzos para mejorar la gestión, a partir de la optimización de sistemas de planificación, de regulación y de control del recurso, dando por ejemplo un mayor impulso a la innovación a partir de la incorporación de modelos de financiamiento orientados a resultados, o contratos de gestión y de servicios con rendimientos ligados al cumplimiento de metas.

   P: ¿Es sólo la innovación lo único en lo que hay que puntualizar para realizar una gestión eficiente del agua?

   R: La innovación sirve a diversos propósitos: para un uso más racional del agua, para favorecer el impacto en desarrollo de las inversiones, para extender la vida útil de los activos existentes y para tomar mejores decisiones a partir de información confiable y oportuna.

   Los esfuerzos para la conservación y el uso racional del agua no son triviales, ya que más de la mitad de la población mundial vive en áreas con potencial de escasez de por lo menos un mes al año, y para el año 2025 se estima que más del 60% estará expuesta a condiciones de estrés hídrico. En este contexto, es necesario aprovechar los distintos recursos hídricos disponibles según diversos usos y seguir la máxima: reducir la contaminación; remover los contaminantes; reutilizar las aguas residuales/grises y recuperar los subproductos de las aguas. En otros casos, la innovación está permitiendo que se anticipen los consumos de los usuarios y, con ello, dimensionar mejor las infraestructuras, lo que genera un mayor retorno a la inversión.

   También es necesario propiciar ambientes favorables para la inversión, la innovación, el desarrollo de capacidades y la rendición de cuentas.

   P: Si solo se focaliza en la innovación, ¿se estaría dejando de lado la regeneración de las infraestructuras ya creadas?

   R: De ninguna manera. El uso de tecnología también permite gestionar mucho más información e introducir nuevos procedimientos que ayuden a explotar o extender la vida útil de la infraestructura existente, a partir de una mejor programación en la operación de los sistemas. No solamente se trata de invertir más, muchas veces se trata de operar mejor lo existente.

   Las innovaciones tecnológicas ofrecen también numerosas oportunidades para ahorrar costos mediante el uso de tecnologías inteligentes para la gestión de activos, que ayuden a seleccionar equipos prioritarios para reposición y aquella infraestructura que requiera mantenimiento oportuno y así prolongar su vida útil.

   Estas innovaciones suelen ser exitosas en la medida en que sean diseñadas con el consenso y posterior compromiso de todos los actores involucrados, desde empresas, gobiernos, comunidades, operadores y usuarios.

   P: Pese a los enormes recursos naturales que atesora América Latina, todavía hay en la región 25 millones de personas sin acceso a agua potable y 89 millones que carecen de servicios adecuados de saneamiento básico, ¿en qué plazo estimado se podría hablar de la universalización de los servicios de agua potable y saneamiento?

   R: Según los ODS, en 2030 se debería alcanzar la universalidad de ambos servicios. Esto supone aumentar significativamente los recursos financieros tradicionales y también atraer los no tradicionales, tales como aquellos provenientes de fondos de pensiones, de seguros y de la banca comercial local, entre otros. Esto requiere que los operadores sean más eficientes, que los Estados puedan mejorar su focalización en subsidios pertinentes y que también se generen los incentivos para que los usuarios revaloricen el agua y el saneamiento.

   Cabe señalar que los ODS no sólo se refieren al aumento en la cobertura de servicios. El acento está en la calidad de los mismos. Algunos países de América Latina han alcanzado niveles de acceso y calidad comparables con los de países de alto desarrollo económico. No obstante, en otros países persisten deficiencias en el acceso y también en la continuidad y calidad, y en el saneamiento las brechas son mayores, dado que inclusive ciudades capitales carecen de tratamiento de sus aguas residuales. En las ciudades menores y en zonas rurales, los retos son aún mayores.

   P: ¿Están al 100% las empresas tanto públicas como privadas y los gobiernos concienciados y trabajando para implementar políticas encaminadas a resolver esta problemática?

R: Existen buenos avances. Por ejemplo, desde CAF estamos apoyando a varios países de América Latina para vincular componentes de infraestructura con el fortalecimiento de sus instituciones. También estamos desarrollando diversos productos de conocimiento para compartir las mejores prácticas, así como para aumentar la abogacía en los representantes públicos. En este sentido, estamos concluyendo estudios sobre el costo económico de la falta de agua y saneamiento en varios países de la región, que esperamos compartir con los gobiernos de la región en los próximos meses.

   P: ¿Qué proyectos o actuaciones está llevando a cabo CAF en la región latinoamericana en materia hídrica?

   R: En los últimos 10 años, CAF ha aprobado operaciones en agua por más de 6.000 millones de dólares en diversos subsectores y ámbitos territoriales. Apoyamos el acceso a servicios de agua segura y saneamiento en comunidades rurales en Bolivia, en pequeñas ciudades en Ecuador y Brasil; también en la mejora en la calidad del agua en Argentina, Ecuador y Venezuela; en plantas de tratamiento de aguas residuales en Argentina, Bolivia, Ecuador, Panamá y Venezuela.

   Adicionalmente, tenemos proyectos productivos a nivel de riego familiar en Bolivia, que esperamos replicar próximamente en otros países que han mostrado mucho interés por estas experiencias. También hemos financiado proyectos de riego agroindustrial en Perú. En el ámbito de control de inundaciones, contamos con proyectos en Argentina y estamos en proceso de evaluación de operaciones en distintos países de la región, incluidos varios en Centroamérica. Es una agenda muy interesante, diversa y con prospectiva de crecimiento significativo.

   P: ¿Cuáles son los elementos esenciales que debe tener una ciudad para tomarla como ejemplo en cuanto a buena gestión en materia hídrica?, ¿hay alguna que esté haciendo bien su tarea?

   R: Es importante considerar el agua como parte del ecosistema urbano. Es decir, adoptar una mirada holística que incluya las cuencas que proveen de agua a la ciudad y también de aquellas en las que descargan sus aguas; también es preciso respetar el curso y dimensiones de los ríos que transitan por las ciudades, así como evitar su contaminación con aguas residuales domésticas, industriales o con residuos sólidos. Controlar los asentamientos ribereños de los cauces y lagos forma parte de la planificación urbana y está íntimamente ligado con el agua, ya que la invasión progresiva de zonas de protección de los cauces pone en riesgo vidas humanas, que se torna crítico en tiempos de crecidas.

   En esta línea, también destacan las soluciones basadas en la naturaleza, como la restitución de humedales, la recarga de acuíferos, ya que promueven entornos más saludables y ambientalmente amigables.

   En todo lo expuesto, la digitalización puede tener un papel fundamental, por ejemplo, para medir las lluvias a tiempo real, para pronosticar la subida de caudales y mejorar los sistemas de alerta temprana, o para tener una gestión oportuna de la infraestructura y aliviar las crecidas. También puede permitir proyectar escenarios opuestos, como prever severas sequías que permitan poner en marcha planes de contingencia. En la gestión de servicios de agua y saneamiento, posibilita mejorar la operación de los sistemas, reduciendo costos de operación de los prestadores, e incluso puede ayudar a reducir costos en los usuarios al optimizar sus consumos y detectar fugas intradomiciliarias.

   Por ello, en CAF somos optimistas. En el marco de nuestra iniciativa Ciudades con Futuro, estamos apoyando a varios países de América Latina que están trabajando bajo nociones de WaterSmart Cities, Ciudades Resilientes y otras iniciativas similares.