Por Maggie Fox
WASHINGTON (Reuters/EP) - Personal del departamento de salud intentando responder 100 llamados por día, trabajadores de hospitales apurándose para examinar cientos de gargantas inflamadas, enfermeras sin ejercer aprendiendo nuevamente a poner vacunas.
Funcionarios de los departamentos de salud y ciudades estadounidenses indican que, a pesar de que la influenza H1N1 puede ser leve en términos de mortalidad, a ellos los está matando con la sobrecarga de trabajo.
Además le tienen la enorme tarea de vacunar en octubre a decenas de millones de personas en contra de la nueva cepa de influenza.
"No tenemos los recursos que necesitamos y no los hemos tenido por un tiempo", dijo en una entrevista el doctor Jeffrey Duchin, de salud pública en Seattle y el condado de King, y de la Universidad de Washington.
"El problema es que no tenemos un sistema coordinado de asistencia médica en este país. No tenemos una estructura nacional que permita estas intervenciones", agregó.
Duchin dijo que la primera oleada de la pandemia en Estados Unidos, en mayo y junio, es sólo un anticipo de una desagradable temporada de influenza en el otoño.
"Necesitamos cerca de 200 trabajadores y 40 voluntarios para nuestra respuesta al brote", dijo esta semana ante una reunión de expertos de influenza patrocinada por el Instituto de Medicina. El despacho recibía 100 llamados al día con reportes de casos y solicitudes de pruebas.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por su sigla en inglés) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) dejaron de llevar un registro exacto del número de casos con influenza H1N1 y sólo aseguran que ha habido más de un millones de casos sólo dentro de Estados Unidos.
Estados Unidos ha ordenado 195 millones de dosis de vacunas y se espera que cerca de 50 millones sean aplicadas a la población para mediados de octubre.